Candidatos… ¿para qué?
Por Juan Roberto Valdez Leyva
“Muchos eran tan cómodos que hasta les gustaba que otros pensaran y decidieran por ellos”. J.R.V.L.
El Bitachi/ Navojoa.- - ¿Cómo piensa gobernar al país?- preguntarían de repente a Portes Gil.
- ¡Viva Plutarco Elías Calles!- respondería emocionado Emilio.
- Háblenos de sus mejores acciones por México- interrogarían a Ortiz Rubio.
- ! Viva el Jefe Máximo¡- contestaría estentóreamente Pascualito.
- ¿Cuál ha sido su mayor logro en la administración presidencial? - cuestionarían a Abelardo L. Rodríguez.
- ¡Viva Calles!- gritaría alucinado el de Guaymas.
Pero… de ahí en adelante las formas cambiarían, porque llega al poder Lázaro Cárdenas y al grito de ¡Muera el Jefe Máximo! lo desterró del país.
Y pa ´tras los filders, nueva alineación, nuevo pítcher, y el juego reiniciaba con un ritual que hasta años recientes se repetía con pulcritud:
El elegido divino, (según ellos) inmola ritualmente a su antecesor; luego consolida su autoridad, su fortuna y la de todos sus cuates y parientes; entonces hace y deshace sin que el legislativo y el judicial digan algo; enseguida, la camarilla comienza a pensar en la sucesión y hacen un perverso juego de poder para que finalmente, el dueño del dedazo favorezca al nuevo príncipe y se prepare a ser inmolado por él.
Tanto abusaron de esta práctica imperial, que al arribar un nuevo siglo, la sociedad decidió participar y tomó una determinación distinta.
Mucho se ha dicho del nuevo partido en el poder. Cada quien tiene su propia historia y evaluación. Cada uno ha visto si fue igual, mejor o peor. La opinión pública es la más importante, es la que debe prevalecer; aún a costa de lo que digan los titulares de los grandes medios de comunicación y uno que otro chiquito o mediano.
Por eso, ahora que se avecina el 2012 y todo lo que en materia política traerá; sería importante pensar colectivamente y cuestionar a los candidatos para qué quieren dizque llegar a puestos de elección y representación popular.
¿Estarían dispuestos a someterse a exámenes de confianza y a un test de la verdad sometiéndose a la prueba del polígrafo?
¿Aceptarían que una comisión ciudadana vigile y compruebe sus ingresos y cuentas bancarias a fin de demostrar que no se enriquecieron indebidamente robándose los recursos del pueblo?
¿Se olvidarían de sus filias y sus fobias para dedicarse a gobernar equitativamente para todos?
¿Qué programas de desarrollo socio-cultural implementarían en las colonias y comunidades?
¿Privilegiarían que los recursos naturales beneficiaran a los mexicanos o seguirían permitiendo el saqueo por parte de extranjeros?
¿Llegaría esa economía bondadosa de la que tanto hablan, a los millones de familias que solo ven la mesa y la alacena vacía?
Y a los niños y jóvenes que viven en las familias del campo, de la sierra, de las costas… ¿qué formas efectivas les enseñarán para ayudarles a salir de su ancestral marginación y rezago?
¿Abrirán espacios para la libre competencia en los medios de comunicación, o seguirán permitiendo el monopolio de dos televisoras?
Y en servicios de salud… ¿seguiremos recibiendo naproxen y ácido acetilsalicílico para todos los males y esperando meses y meses para ser atendidos por un especialista?
Mucho se habla de la educación como un tema de prioridad nacional, pero la realidad contradice el discurso oficial. ¿Qué harán ante el caciquismo magisterial y otros “liderazgos”?
Muchas podrían ser las exigencias sociales de un pueblo agraviado e indignado de ser pobre viviendo en un país tan rico.
Por lo pronto ya vimos los métodos cómo seleccionaron a nivel nacional algunos partidos a sus candidatos.
En uno imperaron las formas más arcaicas de la “cargada y apoyo mediático” aderezada con una fingida y principesca boda telenovera.
En otro, las encuestas según, definieron al que sería candidato de las izquierdas y el partido que gobierna sigue en el juego democrático de permitir la carrera de dos varones y una mujer.
Será el sereno, pero de una cosa estoy seguro: Jamás un gobierno será justo si las que gobiernan son las minorías y los gobernados la mayoría
No obstante existe un antídoto: El mejor aliado para contrarrestar esa injusticia es un pueblo culto y participativo.
¿No será hora ya de ponernos las pilas?
Esa decisión es de usted y su familia estimado lector.
De nadie más.
Buen día.
Correo: juanrobertovl@hotmail.com
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