Por Cuauhtémoc Mávita E./periodista
El Bitachi/ Navojoa.- Hay una frase célebre que se adjudica al escritor irlandés George Bernard Shaw que, de entrada, nos hace pensar que los políticos han desprestigiado tanto el ejercicio de la política que todo aquel que la cultiva termina por lo general siendo blanco de los señalamientos ciudadanos adversos: “A los políticos y a los pañales hay que cambiarlos de seguido… y por las mismas razones”.
Alguien fue más literal al subrayar que el político y su manera de hacer política apestan. Y otro más agregaría que: “La política es comer heces fecales, no hacer gestos y pedir más de postre”. A eso supuestamente estarían acostumbrados, como una cultura, los llamados políticos, esos que se olvidan de lo que significa ser un ciudadano y se dedican mejor a lucrar desde los liderazgos de barrio o desde el gobierno.
Shaw, además de escribir fue un político y ocupó espacios desde los cuales tuvo la oportunidad de hacer política; pero se decepcionó, y terminó por decir que, así como se ejerce: “La política es el paraíso de los charlatanes”.
Sin embargo, resulta sintomático que muchos pensadores, al igual que el irlandés, han coincidido en lo mismo.
“ De los políticos sólo podíamos esperar el engaño”, decía Rodolfo Walsh.
Fernando Sánchez Dragó, por su parte, dejaba caer su adarga: “Los políticos no son necesarios, pero ellos nos convencen de que los necesitamos para resolver los problemas que, sin ellos, no existirían”.
O bien Nikita Krushev, el político ruso: “ Los políticos son siempre lo mismo. Prometen construir un puente aunque no haya río”.
Es tal el desprestigio que se expande alrededor del político que son pocos los políticos que se ostentan orgullosamente de ello, aunque en los planteamientos aristotélicos se reconoce que el hombre es un animal racional, social y político.
Y es que tal como subrayara el escritor español Enrique Jardiel Poncela: “El que no se atreve a ser inteligente, se hace político”.
No obstante, para que los políticos subsistan se requiere que existan quienes los toleran y los dejen hacer y deshacer como mejor les plazca.
Actualmente con motivo de los movimientos electorales del 2012 y cuyo proceso oficial inicia en octubre, han saltado al ruedo cientos de politiquillos baratos, perversos y ladrones, que pretenden obtener alguna candidatura para algún cargo de elección popular. Entre ellos hay muchos que insisten, pero solo se han cambiado de máscara.
En este o estos escenarios, nos convertimos en simples espectadores de lo que está sucediendo. No nos atrevemos a levantar la voz, ni a denunciar a los charlatanes de la política.
Ante esta realidad cabe recordar a Bertolt Brecht quien cataloga a los ejércitos de apáticos como analfabetas políticos: “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos como lo es el político corrupto, mequetrefe y lacayo”.
Ante esta realidad, si Luciano, el filósofo del Valle del Mayo, se levantara de la tumba, quizás se volvería a morir, y es que cuando decidió irse de este mundo, lo hizo por estar cansado “de ver a tanto buey aplaudiéndole a los políticos que les tienen la bota en el pescuezo”.
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